Porque las coincidencias no existen [Privado - NyoHungría]

Hacía ya mucho tiempo que la joven esperaba la visita del suizo, normalmente no pasaba dos días sin que el rubio apareciera intempestivamente en su puerta y pasara una temporada con ella, o la tomara de la mano y la llevase a vivir con él un tiempo; pero ya eran más de dos meses sin saber de él, de seguro algo había ocurrido en Zurich mas no podía ir a averiguarlo: había dado su palabra de que lo esperaría en casa, a salvo -¿En verdad estás bien, oniisama?- se repetía constantemente mientras su mirada se perdía en los limpios cielos que adornaban el paisaje.

Pero ya la espera le crispaba los nervios y necesitaba salir para despejar un poco su mente, alisó su vestido rosa y salió a pasear por un campo cercano, en una montaña que marcaba la frontera entre Liechtenstein y Austria; y en verdad podía decir que su casa era un paraíso en la tierra: sus paisajes lucían como sacados de un cuento de hadas y sus habitantes vivían de forma próspera y tranquila, podía respirarse la paz... -Cualquiera que viese estos parajes nunca creería que tras la montaña se viven los horrores de una guerra ... me pregunto cuánto tiempo más podremos sentir esta tranquilidad por estos lares- Se preguntaba la joven en voz alta mientras paseaba su mirada desde las altas cumbres junto a ella hasta las faldas de la montaña donde un pequeño poblado se asentaba rebosante de actividad, solía meditar sobre esas cosas en aquellas ocasiones cobijada por la soledad que le brindaban los macizos... o al menos ella pensaba que siempre estaba sola.

Yacía encima de la cama de la habitación principal del hotel en el cual se estaba quedando, aun en Austria. Estaba aburrido, no era lo mismo estan sin Roderich que le hablara a cada rato.-...Esto es el colmo..- Se levanto y decidió salir de la ciudad de Viena, a despejar su mente un poco, fue a las montañas cercanas a Liechtenstein, en la cual yacía un pequeño poblado que, al parecer, Vivian en paz y lejos de la guerra que estaban ocultas por las montañas...- Aquí todo es paz y calma...Y espero que en el resto del mundo vuelva a ser así pronto...-.

Caminaba por la montaña con tranquilidad observando todo a su paso, se sentía como si estuviera en el paraíso terrenal con la paz que se respiraba en el lugar, memorizando todo el bello paisaje, ya que no sabía en cuanto tiempo más iba a poder sentir lo mismo.
Mientras caminaba, vio la silueta de alguien que le pareció familiar -...Quien será, es raro que allá gente por acá...- Camino lo suficiente para llegar al lugar en el cual estaba dicha silueta...No pensaba que se encontraría con alguien por acá...Menos con una persona conocida.

Se sentía divagar, en verdad que la paz de sus montañas la hacía feliz: mantenía su corazón en calma, claro, hasta que se escuchó entre la hierba un susurro diferente al roce del viento alpino contra el verde de las faldas de los macizos... era demasiado escandaloso como para tratarse de las ocasionales liebres que aparecían de tanto en tanto a hacerle compañía; temiendo lo peor y previendo la posibilidad de un inminente escape se levantó del sitial que había estado ocupando entre la hierba, arreglando su vestido de modo que luciera presentable y con sumo cuidado volteó a encontrarse con quien perturbaba la tranquilidad de los Alpes.

En realidad no se lo esperaba, su máxima creatividad hubiese traído a Suiza frente a sus ojos, nunca hubiese visto venir la aparición del castaño en esas montañas: recordaba la última vez que lo había visto, cuando aún las naciones se trataban con misericordia y la ONU velaba por mantener el orden; fue precisamente en una de esas reunionen y, si la memoria no le fallaba, le había reconocido siempre al lado de su vecino Austria, casi como dispuesto a su órden. Ahora que Austria se encontraba sumida en el conflicto ¿estaría también él involucrado? A su pesar, ya que no le gustaba inmiscuirse en asuntos ajenos, debería averiguarlo: dudaba que la presencia del joven en sus tierras fuese por mera cortesía o producto de extraviarse en las montañas - Muy buenas tardes - Llevó a su rostro una expresión dulce y serena, debía ser cuidadosa por el bien de su pueblo.